
PUERTO PRÍNCIPE — “No vivimos bien aquí, no tenemos nada en nuestras manos, cuando llegamos aquí, no teníamos ropa. Cuando llegamos a este campo, compramos ropa y empezamos de cero con muy poco dinero”. La vida de Marie Thérèse Delimar es un fiel reflejo de los desafíos que enfrenta Haití.
Hace apenas un año, esta mujer de 52 años estaba inmersa en su comercio como vendedora ambulante, y disfrutaba de la vida en la capital haitiana, Puerto Príncipe. Sin embargo, la situación en el país caribeño ha dado un vuelco dramático, especialmente para los niños y las mujeres como ella.
Tras el trágico asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, Haití se ha visto envuelto en meses de agitación política y una creciente violencia de pandillas.
Esta crisis ha dejado a miles de personas como Marie Thérèse y su familia en una situación desesperada.
Obligados a abandonar su hogar, ahora se encuentran viviendo en un campamento improvisado en la escuela Liceo de Niñas Jóvenes, antiguo local del Ministerio de Educación. Su familia, se encuentra junto a más de 1.500 personas, en condiciones que distan mucho de ser adecuadas.